viernes, 30 de abril de 2010

Todo nubes

Me gustan los días nublados porque el Río Paraná se ve plateado desde la terraza. Las personas transitan más alocadamente porque nadie está feliz de haber amanecido como en los días soleados. Algunos visten gafas, otros arrugan el seño: el resplandor confunde.
Me gustan los días nublados porque pasan sin presiones, nada podría resolverse un día en el que no se asoma ni un sólo rayo de sol. Todo gira en torno a una anarquía, falta el rey, los horarios se confunden, se alteran los estados de ánimo, la bruma toca justo en las sensibilidades.
Cuando las cosas no se ven iluminadas, no son tan claras como para planificar el ocio al aire libre…, lo mejor es acostarse a dormir la siesta y hacer que lo gris sea lo más breve posible. He aquí la belleza del cielo obstruido por el vapor denso, motor del ciclo del agua y de la vida.