
Mi vida con braquets no es como la de los demás, si bien cada día somos más quienes llevamos nuestros dientes apresados, tras las rejas que no les permiten seguir torcidos y felices.
Al principio, luego de instalarse en mi boca, me lastimaron y me daban la sensación de que mis dientes estaban sueltos, como en movimiento hasta que cada uno estuvo en su lugar. Luego, de a poco, paso a paso y progresivamente nos hicimos familiares.
En el plano social… todo el mundo se llena de una furia que generalmente se expresa de manera convencional: ¡tenés braquets!, ¿te duele?, ¿podés comer?, ¿besar no, no?, ¿y a esta edad?,… Y también los clichés que ya no causan gracia: comparaciones con Ugly Betty y Patito Feo.
Lo real es que al principio no es fácil salir a la calle, mirarse al espejo y hablar normalmente con estos dispositivos de metal que entorpecen la vista y el habla. Es difícil vivir con una tortura que pudo ser evitada (ya que se utilizan como tratamiento con fines estéticos) y sí, duele pero sólo en una primera etapa. Las paredes internas de la boca deben adaptarse y hasta que lo logran pasamos por muchas lastimaduras y nos cubrimos algunas partes filosas con una cera que terminamos tragando cuando se desprende y no lo notamos. Y los dientes parecen estar flojos hasta que le encontramos la vuelta a los mejores modos de morder y nos adaptamos al “masticar mediado”.
Comer, mucho no se puede comer, o bien se puede comer mucho pero despacito, ya no devoramos como antes sino que cada comida es un ritual, un proceso del mastique y de la necesaria presencia del cuchillo y tenedor, inclusive sándwiches, empanadas, pizzas y canapés. Nada de comer con la mano, cada pedacito cortadito pequeñito… De todas maneras todo se puede consumir, todo tipo de comidas… bueno, no todo.
No se puede comer choclo, el maní es complicado, el chicle es lo que más se extraña, los caramelos masticables son un riesgo, el choripán ya pierde el sentido… en fin, la ortodoncia viene con dieta incluida.
Está de más aclarar que los piercing en la lengua o cerca de los labios en estos casos no es una idea muy brillante.
Y los días pasan y nos vamos haciendo amigos, llevamos el cepillo de dientes a todas partes y ya es de conocimiento popular que luego de una comida desapareceremos al baño a chiqui –chaqui.
Ya cuando llega el momento de besar: es cuestión de un contrato previo. Un acuerdo con la otra parte que establezca el modo, el cómo hay que hacer para lograr un buen beso –braquets de por medio– y no morir en el intento. Luego, la práctica hará que el asunto se naturalice y estaremos todos contentos y enamorados, sin ahorrar demostraciones de afecto en privado y… garantía de que en público tampoco pasa nada. Está todo bien, es decir, la llegada de los braquets no es motivo de ruptura, no serán como un tercero en discordia.
En una etapa que se espera sea la de “pronto me los sacan”, llegan las banditas de goma: unas diminutas binchitas elásticas que se clasifican por categorías con nombres de especies de monos –no quisiera detenerme en buscarle el sentido a esto– que unen los dientes de arriba con los de abajo para que encajen entre sí impidiéndonos abrir bien la boca y que la lengua encuentre la salida directamente. Sin embargo, las vulgarmente llamadas “gomas” dan lugar a dos aspectos: que las personas se impresionen al vernos (se obtiene una sonrisa estilo Moon-Ra) y pregunten si se trata de saliva condensada, también que respetemos las comidas y sus horarios porque ponerlas y sacarlas es un ejercicio que da fiaca y no resulta práctico hacerlo más de cuatro veces diarias, es decir, nos ahorramos alguna que otra libra de más.
En materia de ortodoncias, todo es cuestión de práctica y los 8 principios elementales para el portador de braquets pronto se aprenden y se respetan como la ley que establece que jamás se debe abrir la boca ante las cámaras… y así nos convertimos en reyes y reinas de la sonrisa de la Mona Lisa: ni tan felices ni tanta mala onda. ¿Los repasamos?
1) Visitarás a tu dentista más que a tus amigos.
2) Demostrarás alegría con tus manos, ojos y mejillas, nunca con la boca abierta.
3) Estarás siempre listo o lista para todos aquellos posibles comentarios en relación a tu plan dental.
4) Cargarás todo el tiempo y en toda circunstancia el cepillo de dientes, en las farmacias se consiguen los de bolsillo.
5) Elegirás qué y cómo masticar tus alimentos.
6) Nadie más que quien los ha llevado puede dar consejos precisos sobre cómo desenvolverse con braquets.
7) Eliminarás toda fotografía que represente el interior de tu cavidad bucal.
8) Postergarás tu simpatía por un par de años y luego sonreirás hasta en las malas.
Finalmente, basta de exageraciones, no hagamos las cosas tan terribles, no teatralicemos la realidad… si se trata nada más que de un tratamiento dental, nadie ha muerto por esto, tan sólo –entre quienes llevan braquets– hay algún que otro caso de agorafobia y baja autoestima, también hay víctimas de mobbing, angustias orales fracasadas, accidentes con espejos, discriminación en la alfombra roja, insultos en Fotolog y podemos seguir…
Al principio, luego de instalarse en mi boca, me lastimaron y me daban la sensación de que mis dientes estaban sueltos, como en movimiento hasta que cada uno estuvo en su lugar. Luego, de a poco, paso a paso y progresivamente nos hicimos familiares.
En el plano social… todo el mundo se llena de una furia que generalmente se expresa de manera convencional: ¡tenés braquets!, ¿te duele?, ¿podés comer?, ¿besar no, no?, ¿y a esta edad?,… Y también los clichés que ya no causan gracia: comparaciones con Ugly Betty y Patito Feo.
Lo real es que al principio no es fácil salir a la calle, mirarse al espejo y hablar normalmente con estos dispositivos de metal que entorpecen la vista y el habla. Es difícil vivir con una tortura que pudo ser evitada (ya que se utilizan como tratamiento con fines estéticos) y sí, duele pero sólo en una primera etapa. Las paredes internas de la boca deben adaptarse y hasta que lo logran pasamos por muchas lastimaduras y nos cubrimos algunas partes filosas con una cera que terminamos tragando cuando se desprende y no lo notamos. Y los dientes parecen estar flojos hasta que le encontramos la vuelta a los mejores modos de morder y nos adaptamos al “masticar mediado”.
Comer, mucho no se puede comer, o bien se puede comer mucho pero despacito, ya no devoramos como antes sino que cada comida es un ritual, un proceso del mastique y de la necesaria presencia del cuchillo y tenedor, inclusive sándwiches, empanadas, pizzas y canapés. Nada de comer con la mano, cada pedacito cortadito pequeñito… De todas maneras todo se puede consumir, todo tipo de comidas… bueno, no todo.
No se puede comer choclo, el maní es complicado, el chicle es lo que más se extraña, los caramelos masticables son un riesgo, el choripán ya pierde el sentido… en fin, la ortodoncia viene con dieta incluida.
Está de más aclarar que los piercing en la lengua o cerca de los labios en estos casos no es una idea muy brillante.
Y los días pasan y nos vamos haciendo amigos, llevamos el cepillo de dientes a todas partes y ya es de conocimiento popular que luego de una comida desapareceremos al baño a chiqui –chaqui.
Ya cuando llega el momento de besar: es cuestión de un contrato previo. Un acuerdo con la otra parte que establezca el modo, el cómo hay que hacer para lograr un buen beso –braquets de por medio– y no morir en el intento. Luego, la práctica hará que el asunto se naturalice y estaremos todos contentos y enamorados, sin ahorrar demostraciones de afecto en privado y… garantía de que en público tampoco pasa nada. Está todo bien, es decir, la llegada de los braquets no es motivo de ruptura, no serán como un tercero en discordia.
En una etapa que se espera sea la de “pronto me los sacan”, llegan las banditas de goma: unas diminutas binchitas elásticas que se clasifican por categorías con nombres de especies de monos –no quisiera detenerme en buscarle el sentido a esto– que unen los dientes de arriba con los de abajo para que encajen entre sí impidiéndonos abrir bien la boca y que la lengua encuentre la salida directamente. Sin embargo, las vulgarmente llamadas “gomas” dan lugar a dos aspectos: que las personas se impresionen al vernos (se obtiene una sonrisa estilo Moon-Ra) y pregunten si se trata de saliva condensada, también que respetemos las comidas y sus horarios porque ponerlas y sacarlas es un ejercicio que da fiaca y no resulta práctico hacerlo más de cuatro veces diarias, es decir, nos ahorramos alguna que otra libra de más.
En materia de ortodoncias, todo es cuestión de práctica y los 8 principios elementales para el portador de braquets pronto se aprenden y se respetan como la ley que establece que jamás se debe abrir la boca ante las cámaras… y así nos convertimos en reyes y reinas de la sonrisa de la Mona Lisa: ni tan felices ni tanta mala onda. ¿Los repasamos?
1) Visitarás a tu dentista más que a tus amigos.
2) Demostrarás alegría con tus manos, ojos y mejillas, nunca con la boca abierta.
3) Estarás siempre listo o lista para todos aquellos posibles comentarios en relación a tu plan dental.
4) Cargarás todo el tiempo y en toda circunstancia el cepillo de dientes, en las farmacias se consiguen los de bolsillo.
5) Elegirás qué y cómo masticar tus alimentos.
6) Nadie más que quien los ha llevado puede dar consejos precisos sobre cómo desenvolverse con braquets.
7) Eliminarás toda fotografía que represente el interior de tu cavidad bucal.
8) Postergarás tu simpatía por un par de años y luego sonreirás hasta en las malas.
Finalmente, basta de exageraciones, no hagamos las cosas tan terribles, no teatralicemos la realidad… si se trata nada más que de un tratamiento dental, nadie ha muerto por esto, tan sólo –entre quienes llevan braquets– hay algún que otro caso de agorafobia y baja autoestima, también hay víctimas de mobbing, angustias orales fracasadas, accidentes con espejos, discriminación en la alfombra roja, insultos en Fotolog y podemos seguir…
4 comentarios:
quise decir gretel
Esa es la idea! No pudiste ser menos gráfico...
genial tu post!!! yo tambien estoy sufriendo ortodoncitis y lo peor de todo es que nadie me entiende!! incluso los que los han llevado ni si acuerdan!!!
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